martes, 8 de febrero de 2011

Uno de esos días...

Vestido de gala vagaba por las calles sin rumbo. No se había vestido así para nada, pero la nada se hizo eco de sus quejas, y aquella tarde lo paso a visitar.

Perdido, desorientado, siguió camino hasta el puente más cercano. Y no solo pensó en arrojarse al río, sino también en llevarse a algún hijo de puta con él.

Después de algunas horas de mirar aquel torrente de agua que parecía no tener fin, desando el camino que lo había llevado hasta allí.

Esa misma noche, mientras cenaba junto a su esposa, repaso mentalmente los pasos que había dado por la tarde. Y se juro, no volver a repetir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario